miércoles, 9 de septiembre de 2009

La Heroina


Al entrar al cerebro, la heroína se convierte en morfina y se adhiere a los receptores opioides. Estos receptores se encuentran localizados en muchas áreas del cerebro (y del cuerpo), especialmente en aquellas áreas involucradas en la percepción del dolor y de la gratificación. Los receptores opioides también están localizados en el tallo cerebral, que controla procesos autónomos esenciales para la vida como la respiración, la presión arterial y la excitación. Con frecuencia, la sobredosis de heroína implica la supresión de la respiración.

Después de una inyección intravenosa de heroína, el consumidor reporta sentir una oleada de euforia ("rush") acompañada por sequedad bucal, un enrojecimiento caliente de la piel y pesadez en las extremidades. Después de esta euforia inicial, el usuario pasa a una sensación de estar volando ("on the nod"), un estado en el que se alterna estar entre completamente despierto o adormecido. Las facultades mentales se turban. Los usuarios que no se inyectan la droga podrían no sentir la euforia inicial, pero los demás efectos son los mismos.

Con el consumo regular de la heroína se desarrolla la tolerancia a la droga, lo que significa que el consumidor tiene que usar una mayor cantidad de heroína para obtener la misma intensidad del efecto. Con el tiempo, los cambios químicos en el cerebro pueden llevar a la adicción.

No hay comentarios:

Publicar un comentario